La economía del Gran Ducado ha dependido siempre para su desarrollo de la mano de obra extranjera.
En el auge conocido por la economía luxemburguesa en el periodo 1964-1974 se acudió a lo que se denominó la nueva mano de obra del Sur. Es a mediados de la década de los sesenta donde se registró el mayor flujo de emigración española en Luxemburgo con cerca de 4.500 españoles.
Con la creación del Circulo Antonio Machado, aparece la primera asociación de españoles en Luxemburgo con una vocación reivindicativa en la defensa de los intereses de los españoles tanto de cara al Gobierno español como al Gobierno luxemburgués.
La importancia de la emigración hizo que el Gobierno luxemburgués convocara una Conferencia Nacional de Inmigración para conocer los problemas específicos de los emigrantes y buscarles soluciones conjuntamente. Esta Conferencia llevó a los delegados españoles en la misma a la conclusión de que una experiencia semejante podría hacerse extensiva a todas las asociaciones de emigrantes españoles en Europa, organizando para ello a comienzos de 1976, lo que ha pasado a la historia como «El Encuentro de la Emigración Española en Luxemburgo».
Su resultado fue la creación ese mismo año, 1976, de la Coordinadora Nacional de Asociaciones de Emigrantes en Luxemburgo.
La convicción por parte de las asociaciones de emigrantes reunidos de que sólo la emigración española organizada era capaz de defender eficazmente sus intereses fue el germen de todo el proceso que condujo en el año 1982 a la celebración en Palma de Mallorca del I Congreso Democrático de Asociaciones de Trabajadores Españoles Emigrantes en Europa y a la conversión de la Coordinadora en la Federación de Asociaciones de Españoles en Luxemburgo (FAEL) que mantiene el objetivo de defender los intereses políticos, sociales, económicos y culturales de los españoles residentes en el Gran Ducado y crea un marco de unión entre las asociaciones españolas existentes en el país.
Han pasado ya muchos años desde entonces y los motivos que traen al colectivo de españoles a este «rico país» en busca de una oportunidad que se les niega en el suyo, son muy similares a los del primer flujo de emigrantes que llegaron en la década de los sesenta. La situación ha cambiado muchísimo. Lo que si puede ser prácticamente idéntico es el sentimiento de nostalgia y de inseguridad inicial al llegar a un territorio desconocido con lenguas y culturas diferentes, pero puede superarse en gran medida gracias a la multitud de actividades y encuentros que organiza la FAEL y el apoyo que pueden encontrar en ella.
Esta Federación y las asociaciones que la componen se convierten para mu-chos en su segunda familia y Luxemburgo en su segunda casa. Su organización y presencia en la sociedad luxemburguesa son cada día mayores.