Conoce los cursos de salsa y a sus profesores. Isabel Wuairy-de Brabander y José Sanchis, profesores de salsa en la FAEL.
– ¿Desde cuándo bailas salsa?
José : Bailo salsa desde hace ahora unos 22 o 23 años. Soy además el inventor de la «Baldora», un maniquí de baile móvil sobre ruedas para bailar la salsa.
Isabel : Yo bailo la «salsa cubana» desde hace ahora unos quince años, y la enseño desde hace más de diez. Enseño el son tradicional cubano y la rumba cubana desde hace dos años y medio.
– ¿Dónde te formaste?
José : He obtenido diplomas en Rusia, Polonia, Bélgica, Nanterre, en Francia… Hemos obtenido hasta la medalla de oro con mención de Eureka por la «baldora», el maniquí de baile móvil.
Isabel : Yo era bailarina profesional y mi camino se cruzó con el de Madeline Rous Rodriguez, exbailarina estrella del Teatro de Cienfuegos, al principio de mi carrera. Tuve pues la suerte de formarme desde joven con un elevado nivel técnico, y después seguí cursos en la Escuela Nacional de Arte de La Habana, Cuba, participé en el trabajo de las Compañías de danzas folclóricas de Santiago de Cuba y me fui a estudiar al Broadway Dance Center de Nueva York. Mi formación, durante estos quince años, fue continua.
– ¿Cómo es una clase contigo?
José: Escucho a mis alumnos. Puedo poner a su disposición un maniquí móvil. Los maniquíes pueden mejorar los encadenamientos, puesto que permiten repetirlos cuantas veces se desee. Están realmente bien adaptados a la práctica de la salsa, de hecho, son muy flexibles. Se pueden encontrar en YouTube escribiendo el nombre de «baldora». He trabajado durante mucho tiempo por eso que estén bien adaptadas a la salsa.
-Y para ti Isabel ?
Isabel : ¡Buena pregunta! (risas). Para empezar, me gusta la gente y me gusta la fiesta. Por supuesto que en mis cursos doy prioridad a las relaciones humanas, lo que me parece esencial en un curso de baile. Los cursos son para mí un momento de intercambio y de convivencia en el que se produce un encuentro con otras personas. Aunque el trabajo sigue siendo bastante técnico y estructurado, cada uno avanza a su ritmo. Esto es importante en la salsa cubana, porque es una danza que se estructura sobre «la clave», por lo que es fundamental aprehender la música de manera progresiva, pero continua.
– ¿Qué te motivó para bailar y enseñar la salsa?
Isabel : Muchas cosas. A los diez años y medio vi una demostración de «son tradicional». Ese día, decidí que eso era lo que yo quería hacer más adelante como profesión. En realidad es algo que siento desde muy pronto: desde que era niña, quería ser coreógrafa. Pero se trata de oficios tan difíciles y exigentes que no me lo acababa de creer. Mi carrera comenzó de forma inesperada, en una audición. Empecé entonces como bailarina de revista. Como tenía aptitudes musicales, me colocaron en revistas exóticas con ambientes brasileños y latinos. Y fue entonces cuando conocí la salsa cubana, que surgió como una respuesta: era el camino hacia el «son montuno». Y reunía todo lo que yo había deseado: la música, la técnica y la exigencia coreográfica, con aportaciones de la danza clásica, el jazz y la danza afrocontemporánea. Es el símbolo del mestizaje y del placer compartido y abierto a todos. Federa, reúne y hace sonreír hasta a los más reticentes. En definitiva, esta salsa me gusta.
-Y para ti, José?
José: A mí me alcanzó hace unos años. Observé que en Luxemburgo hay muchos que dan clases de salsa, pero que no saben necesariamente practicarla… (risas).
En efecto, yo pienso que uno se puede definir como profesor de salsa de verdad cuando tiene tras él al menos diez años de práctica.
Es, por lo tanto, de ahí de donde me viene este deseo: quiero ante todo ofrecer cursos de calidad.
Entrevista realizada por Laura de Tychey.
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El martés de 19:00 a 20:30 horas con Isabel y el jueves de 19:30 a 20:30 con José
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